Hoy el futbol no ha sido justo ni con el Sevilla ni con el propio futbol, vale que el Unirea tendrá mucho merito por estar donde está siendo un equipo de un pueblo más chico que Tomares, vale que a buen seguro que esta sea la única manera de conseguir lo que hasta ahora ha conseguido, pero por mi ojala pierde el próximo partido con los alemanes y queden eliminado. Le hará un favor al futbol.
Es posible que el Sevilla no haya tenido claro que hacer para derrotar a once jugadores metidos en su propio campo corriendo como animales. Que no encontrara la línea de pase que tambaleara el muro rumano. Pero yo, aun estando muy cabreado no voy a reprocharle al equipo nada.
Un partido que se te presente de esa forma prácticamente tienes el empate asegurado si no tienes la tremenda mala suerte de que pase lo que pasó.
Es el típico partido que si consigues un gol ya tienes el partido ganado y si lo haces con tiempo por delante lo acabas goleando. Pero hoy en la primera parte, la mala suerte no ha querido que suceda lo normal, que marque el equipo que es el único que ha atacado durante 45 minutos, ha faltado muy poco pero no se ha marcado. En cambio en una de esas jugadas aisladas que se asoman por nuestra portería, un balón sin peligro en una acción desafortunada nos metemos un gol en propia puerta, con lo que ahora por muy incomprensible que parezca, si cabe ya la posibilidad de perder.
Con un porcentaje del 80% de posesión de balón, con dos tiros a la madera y al final nos metemos en los vestuarios perdiendo porque no hemos metido un gol en propia puerta.
Mis ojos vieron la MISERIA QUE PUEDE LLEGAR A SER EL FUTBOL.
La segunda parte más de lo mismo, aunque el hecho de tener el resultado en contra hizo que jugáramos con ansiedad y con prisas, lo que beneficio más a los rumanos que al ver que el milagro podía suceder sacaban fuerza de donde fuera y al final lograron su objetivo.
En cuanto algunos aspecto que se vieron en el juego todos intrascendentes si se hubiera marcado un gol. Los delanteros tanto Negredo como Luis Fabiano no supieron crear remates ante tantos rivales a su alrededor. No se logró entrar por banda, era muy difícil encontrar espacio. Perotti en los diez últimos minutos si lo consiguió aprovechando el cansancio rival y su espectacular desborde, pero tampoco hubo premio. El premio se lo llevo los rumanos que jugando así de veinte partidos gana uno, y tuvieron la suerte de ser este.