Comenzó la liga y como cada año la ilusión por todo lo alto.
Este año si cabe más, porque como a muchos, el equipo me ilusiona una
barbaridad.
Pasada las nueves de la noche camino del Ramón Sánchez
Pizjuan el ceño se me frunce. Mentira, me comen los demonios. Veo que nuestro
entrenador decide en la primera jornada de liga regalar puntos.
Espérate a ver qué pasa me decían mis amigos. Pues pasará
con toda probabilidad que jugaremos un
mal partido y que no ganemos, porque el señor Berizzo se ha acongojado del
partido del martes y este lo ha tirado a la basura.
Evidentemente mi presagio se consumió y regamos los dos primeros
puntos y gracias.
Nueve cambios del tirón decidió Berizzo, algunos totalmente
determinantes.
Por el equipo titular no aparecía ni Rico, Escudero, Parejo
(sin convocar) Pizarro, Banega, Correa o Ben Yedder.
Por ejemplo la creación del juego estaría a cargo de Ganso y del joven Borja Laso. Uno sin físico y el otro sin nivel.
La banda izquierda del Sevilla la formaban dos jugadores que
están ahora para jugar partidos de solteros contra casados. Entre los dos
pesaran unos 185 kilos. Sarabia (con dos entrenamientos y una posición que no
es la suya) y Nolito con aspecto de aficionado en el equipo de su barrio.
Delante otro jugador con sobrepeso, Muriel.
Vamos, el equipo de los gordos.
Vamos, el equipo de los gordos.
Ya me dirán si no es demasiadas ventajas al rival.
Aquí aunque me duela se perderán puntos y lo aceptaré de la
mejor forma posible. Pero regalarlos…
Por lo visto todo este sin sentido es para ir mejor al
partido de vuelta del martes.
Y como mejor se va es ganando, convenciendo y con la gente
contenta y tus jugadores con confianza.
Nada de esto te llevas Berizzo. Te llevas críticas, un solo punto, desconfianza,
un lesionado y un expulsado.
Y pudo ser peor.
Ni una más Santo Tomás.