21.3.10

El Sevilla no necesita palabras sino hechos

Muy preocupante la situación del Sevilla. Una situación que ha ido empeorando desde el mes de diciembre y que parece que cada jornada pinta peor que la anterior.
Una situación que se veía venir, pues el juego del equipo no da para nada. Solo el buen arranque de la competición, donde hasta la jornada doce no se descolgó de la cabeza basado en una buena pegada arriba, (aunque ya se vislumbraba la escases de argumentos futbolísticos), y a la poca presión de los perseguidores que más bien son equipos que en principio lucharían para no descender, han tapado la evidencia clara que este equipo no funciona, ni ha funcionado en toda la temporada.
A pesar de eso y cuando estamos a once jornadas para el final, el Sevilla tiene al alcance la cuarta posición. Eso quiere decir que a pesar del declive continuo del equipo, todavía se puede conseguir objetivos esta temporada. Y para intentar conseguirlo, lo primordial es buscar soluciones rápidas que den al menos la posibilidad de cambiar el rumbo descendente del equipo. La mejor y única solución es no cometer el error de prescindir de Jiménez para la temporada que viene como parece que se tiene decidido, sino de hacerlo ya.
Cada partido que pase es una ocasión perdida para al menos intentar dar un cambio a esta dinámica perdedora en la que se encuentra el equipo. La temporada se puede salvar perfectamente si recuperamos un mínimo de criterio y sentido común.
Jiménez lo ha perdido todo. Tiene al equipo deambulando por el campo sin saber qué hacer, ni donde está, ni a que está jugando. Eso no lo ven solo cuatro periodistas, sino que es un clamor en el 90 % del sevillismo.
Los jugadores están amargados, no rinden ni al 20% de su capacidad y ni mucho menos en consonancia a sus fichas millonarias. Los sevillistas decepcionados y el responsable del barco, el que tantas frases ilusionantes y tantos mensajes de grandezas nos lanzó a principios de temporada, tiene que asumir la responsabilidad de intentar al menos levantar este proyecto que desde hace más de cinco meses se está haciendo trizas a pasos agigantados.
Pero me temo que lo peor no es esto. Lo peor es que ese intento de cambiar el rumbo no va a suceder y seguiré viendo a mi equipo en los partidos que quedan, como un alma en pena arrastrándose por los campos. Viendo como el lateral izquierdo juega en la derecha, el centrocampista organizador de segunda punta, el segunda punta de primer punta, el interior izquierda en la derecha.
Viendo como el equipo es incapaz de combinar dos pases seguidos.
Viendo dar patadones al balón buscando a los delanteros, que se las ven y se las desean para encontrar un pase digno que llevarse a sus botas, que recuerdan con nostalgia las veces que hacían uso de ella y que ahora parece que solo las usan para ayudarse en el salto.
Lo seguiremos viendo, porque Del Nido quiere.