9.1.08

CRONICA ACERTADA DE EL MUNDO

Pocas veces el derbi ofreció una diferencia tan insultante entre uno y otro. Se conocían los réditos de la gestión de cada club, pero por momentos, la vergüenza resultó abrumadora para los verdiblancos. Nadie resistió ayer. Casi desde el primer minuto, lo que hubo fue una claudicación en cadena ante un rival excesivo. Cayeron tres, pero pudieron caer 10.
Entre la exhibición sevillista, ninguna como la de Daniel Alves, factótum de la recuperación que ha evidenciado el equipo de Manolo Jiménez, que ayer se dio un respiro. Desconcentrado tras su fracasada marcha al Chelsea y cansado tras un verano de Copa América, al lateral le costó coger el tono. El Sevilla lo sufrió. Sin embargo, nadie discutió a Alves. Sabían que, cuando regresara, pagaría de sobras la factura. Vaya si lo está haciendo.
Daniel realizó anoche un ejercicio delicioso, con su fútbol total, ubicuo, imparable. Firmó no menos de una decena de llegadas, le dio el segundo gol a Luis Fabiano y él mismo marcó el tercero. Daniel, también, agradeció las concesiones del Betis, al que Chaparro abocó al suicidio. El técnico decidió que la mejor defensa a la tremenda derecha del Sevilla era un buen ataque, y le opuso a Damiá y Mark González. Resultado: Alves y Navas se dieron uno de los mayores festines de su vida.
La sangría fue permanente por la izquierda verdiblanca, que desde luego no arregló el juvenil Toni, relevo del lesionado Rivas. El riesgo de Chaparro se convirtió en una osadía mortal. Las miradas de los lobos que creyó ver pertenecían, en realidad, a corderos.
Si las decisiones defensivas del Betis resultaron delirantes, las de ataque no lo fueron menos. A los fracasos pertinaces de Sobis y Mark González se unió anoche el de José Mari, al que Chaparro metió en la punta. De ninguna manera podía esconder sus ansias de que el ex sevillista marcara. A estos golpes de efecto arrojaba su suerte el raquítico Betis.
Sin embargo, es más fácil que baje la luz a que José Mari vuelva a parecerse a un futbolista. Su duelo con el inefable Mosquera no desmereció al de un par de jugadores de Regional. Un error del colombiano motivó lo único parecido a una ocasión para el Betis, errada por Edu. Fue en el minuto 15. El resto fue una lamentable claudicación.
Superado el fragor inicial, que le costó a Edu un vendaje de guerrilla, no hubo más batalla cuando habló el fútbol. Entonces calló el Betis, ridiculizado por momentos por un rival que le ha tomado una ventaja desconocida. E inadmisible.