22.9.09

SEVILLLA - MALLORCA

Tercera victoria consecutiva del Sevilla que ya se va colocando en la clasificación donde parece que todo el mundo lo reclama, justo atrás de los todo poderosos Madrid-Barça.
Manolo Jiménez que hasta ahora estaba rotando en todos los partidos se decidió en la cuarta jornada apostar por un 4,4,2 con el que a priori parece el equipo titular, exceptuando a Kanoute, el resultado fue al menos ilusionante, porque desde los primeros compases del partido el equipo se sintió con confianza en lo que hacía y desplegaba un futbol que a veces rayaba lo espectacular. Algo así como lo que reivindica parte de la afición porque creen que aparte de ganar, hay de sobras mimbres para poder hacerlo con un futbol más elaborado.
La primera parte del Sevilla sin duda fue lo mejor que hasta ahora hemos visto esta temporada. A los goles de Squillaci y Perotti se unían jugadas de tira líneas derrochando calidad en todo el equipo y un despliegue físico que impedía el juego del Mallorca. Solo le faltó lo que muchos dicen que le sobra, pegada, si hoy la hubiera tenido, el Mallorca se lleva una manita.
La segunda parte empezó como acabó la primera, con el Sevilla arroyando y esperando cuando caería el tercero. El Mallorca solo veía a Palop de lejos y dejaba pasar los minutos porque este partido ya no iba con ellos. Mientras, se fallaban ocasiones para haber podido cerrar definitivamente el partido. Llega los veinte minutos de la segunda parte, (antes el árbitro muy meticuloso en todas las jugadas, le perdona una clarísima expulsión a Varela), Jiménez empieza a mover fichas y los entrantes no dan el nivel de los salientes, preocupante el nivel que mostraron tanto Koné como sobre todo Capel. El equipo se descompone y a partir de ahí se acabó el buen juego sevillista, ya solo había que esperar que pasaran los minutos y que el Mallorca no se metiera en el partido, cosa que pudo ocurrir cuando Keita tuvo un mano a mano con Palop y que Escudé muy atento evitó el remate viniendo desde atrás. Pudo suponer quince minutos de angustia que como había transcurrido el partido hubiera dejado sabor agridulce en los sevillistas, que hubiera sido injusto por el buen partido de los de Manolo Jiménez.