Después de ver al equipo como se manejaba estos dos últimos partidos con una mejoría provocada por la aportación de los dos nuevos medios centros y la recuperación de las dos bandas y teniendo en cuenta la debilidad del rival, la verdad es que era bastante optimista.
Pensaba que hoy por fin se ganaría holgadamente además de ver a un gran Sevilla.
Ni una cosa, ni la otra. Pero se ha ganado, que al fin de cuenta nadie duda que es lo verdaderamente importante.
Todo el mundo supongo que coincide que el hecho de no meter el segundo gol, ha provocado progresivamente la falta de confianza por la incertidumbre que da el tener un solo gol de diferencia, hasta el punto de llegar en los últimos minutos al acoso.
Se pudo meter en varias ocasiones y a buen seguro que el juego del equipo hubiera cambiado, pero no se hizo y al final se ganó pidiendo la hora.
La primera parte el equipo estuvo más que aceptable. El entrenador rival (los entrenadores están para algo más que para hacer alineaciones) sorprendió con una presión muy arriba que al equipo le incomodó bastante, pero una vez que la pelota llegaba a los jugadores de mitad para arriba se vislumbraba calidad en las acciones. Tiene el Sevilla una calidad individual acorde a los mejores del viejo continente, lástima que tácticamente sea un desastre. Y hablando de desastre, no sé a qué jugaba Cáceres, dejando vía libre por su banda. Solo le faltó que pusiera un cartel con “Paso sin obstáculos”
La segunda parte arrastrada por la incertidumbre del resultado y el bajón de algunos jugadores (Medel, Luis Fabiano o Negredo) y la poca aportación de otros (Kanoute o Navas) fue mala. Según iban pasando los minutos y al no concretar cerrar el partido me estuve vislumbrando lo peor. Esta vez no nos llevamos el tercer palo seguido como ocurriera en los dos últimos partidos, sencillamente porque aunque con mal juego, no hubo regalos.