Intensidad, aptitud y competitivos.
Esas son las claves.
Las palabras mágicas que hay que plasmar en el terreno de
juego, sí, o sí.
Sin ellas no somos nadie.
Ayer el Sevilla puso esas tres virtudes y algunas más para
derrotar a uno de los dos usurpadores de la liga.
Al triste Madrid.
Ayer no hubo alfombra para que se volvieran a regocijar como en los dos años anteriores.
Los galácticos se encontraron un equipo para hacerles
frente.
Y bien que lo consiguieron.
Ese equipo (mi Sevilla) se lo comieron con casta y poniendo todo lo que hay que poner en cada jugada.
Ni las inevitables ayudas arbitrales que no faltaron a su
cita, pudieron evitar la derrota madridista.
(Di María e Higuaín debieron ser expulsados en la primera
parte).
Pero aun así, el Madrid mordió el polvo.
Individualmente casi todos los componentes del equipo estuvieron muy bien.
Cicinho y Navas son un espectáculo. Los centrales estuvieron
a gran altura, Botía ha mejorado considerablemente esa parcela y Spahic ayer me
dio la razón de que creo que es un gran central. Otras veces me la ha quitado.
El centro del campo por fin se mostró poderoso y sin fisuras.
Evidentemente tuvo mucho que ver el equilibrio táctico que aporta Maduro, que va
para titular toda la temporada, aunque tiene que mejorar todavía su condición física
y el peso.
Trochowsky por fin fue resolutivo, mucho mejor en la banda
que por el centro. Rakitic vuelve a ser el de la primera temporada, ahora incluso corre más. Y los demás con buena nota.
El único que no me pareció que la mereciese, quizás sea una percepción
errónea de mi parte, después de comprobar que por unanimidad Palop fue uno de
los más destacados del partido.
A mi (repito, quizás erróneamente) me pareció que estuvo
inseguro.
Pero no es el día para ahondar en ello.
Es el día para estar orgulloso, contento e ilusionado.