Yo no vivo de recuerdos, pero me gusta ser agradecido.
Hoy, es día que muchos sevillistas harán sangre de su equipo, que es el mío. (Incluidos periodistas).
Y lo harán porque el Sevilla actualmente está con pie y medio fuera de la clasificación para Europa, cuando el Atlético, equipo de parecido nivel al Sevilla, se ha vuelto a clasificar para la final de la Europa Ligue.
Y también porque otro equipo, a priori inferior al nuestro (el Atlhetic) también disputará esa final.
Pero sobre todo, porque este último equipo está entrenado por Marcelo Bielsa, el entrenador que como todo el mundo sabe, iba a dirigir al Sevilla en esta temporada para olvidar. Al menos de momento.
Solo hay que ver las redes sociales, que echan humo lamentándose.
Así somos.
Yo a esos sevillistas no los voy a criticar, en realidad lo hacen porque les duele su equipo.
Y ni siquiera les quito razones.
Pero a mi en su día, un glorioso 10 de mayo, mi equipo no solo me pagó toda la mediocridad pasada, sino que me dejó el tarro lleno para muchos años. Y más con los regalos que me hizo llegar después. (Cinco títulos más).
Y aunque es cierto que nunca se tiene uno que conformar con lo que ya uno tiene, no es menos cierto que hay que saber valorar lo conseguido y no olvidarlo.
Y a mí, al ver esas imagines de los jugadores llorando por tanta felicidad por lo conseguido, en vez de dar palos al Sevilla, lo que verdaderamente me apetece hoy, es volverle a dar las gracias.
Bielsa no me ha dado nada, el Sevilla mucho.