Mejor hubiera sido que no hubiera dado ninguna.
Jugó un partido mediocre, donde la carencia de delanteros se ha hecho notar. Algo que todos sabíamos que tenía que llegar ante el error de la dirección técnica de dejar una plantilla de veinticuatro jugadores con solo dos delanteros.
Para ganar un partido normalmente hace falta hacer más cosas que dominar de manera insulsa a tu rival.
El Sevilla jugaba sin mordiente, sin velocidad y con cierta autosuficiencia, pensando que en alguna acción aislada o la calidad de algún jugador le daría los tres puntos.
Con el gol de Manu Del Moral parecía que así seria. Pero tener la posesión del balón con dos velocidades menos “que muy bien pudo ser provocado por el esfuerzo de Barcelona” no garantiza ni ganarle al último.
Y menos, si ese último, al igual que pasara con el Sporting, no lo pareciese.
A falta de media hora las fuerzas no sobraban, no había frescura y cuando eso ocurre la concentración no es la misma.
La consecuencia es que el Racing en dos contras, aprovecha los desajuste defensivos y marca dos goles, la mitad de los que nos habían metido hasta ahora.
Al final in extremis Del Moral logra salvar la imbatibilidad y lo más importante, un punto.
Alguien pudiera pensar que se ha perdido dos puntos por ir a ganar uno a Barcelona. Y que la teoría de Pellegrini es la más adecuada.