Esta no es nuestra liga. Era la semana pasada en Gijón y lo será la siguiente en Santander.
Cierto es que había una pequeña posibilidad de puntuar, pero para que eso hubiera ocurrido, aparte de que el Barcelona no hubiera estado a su nivel, el Sevilla tendría que haber hecho las cosas muy bien.
Y está claro que lo segundo ha estado muy lejos de ser la realidad.
Lo primero que ha salido mal han sido algunas de las apuestas de Michel.
La primera es haberle dado la titularidad a un jugador sin estar en condiciones de jugar, que llevaba dos semanas sin entrenar ni un solo día.
Me refiero a Spahic. El jugador ha estado lento, espantoso y sin posibilidad de ofrecer la mínima resistencia que requiere un central.
Otra de las apuestas fallidas a mí entender es colocarle al Barcelona dos puntas y dos extremos fijos. Un claro suicidio con el potencial de calidad y cantidad que tiene el Barcelona en el centro del campo. Incluso teniendo enfrente a todo un pitbull, en pocos partidos habrán jugado tan cómodos los astros barcelonistas.
No me pareció tampoco acertada la elección de Luna de jugar a pierna cambiada teniendo a Cala en el banquillo.
Lo de Kanoute por detrás de Manu también es bastante debatible.
Si a eso le sumamos el pobre partido que han vuelto a ofrecer Rakitic y Reyes y la cagada de Palop en el primer gol, las posibilidades de sacar algo positivo en este partido pasaban a ser de cero. Y las de llevarnos un set, bastante altas.
Al final gracias a las paradas de Palop y el pasotismo del Barça en la segunda parte, se quedó en un cero a dos y al menos no hubo humillación.
Como se previa (al menos yo) pocas cosas positivas nos íbamos a llevar a la boca enfrentándonos al Barcelona. Si acaso el espectáculo del comienzo del partido por la afición sevillistas.
Preciosa la estampa a pesar de las dos horrendas salchichas que han colocado en el campo.
Una afición que por cierto han despedido a Reyes y Rakitic como merecían.
Ahora nos queda una de las últimas balas para seguir soñando con la séptima posición.
