La marcha de Iván Rakitic solo está a expensas de confirmación
del club. Teniendo en cuenta que el Sevilla salvo a Kanoute no ha retenido a ninguna
de sus estrellas, era algo esperado. Y los sevillistas ya estamos hecho a la
salida de nuestros mejores jugadores.
Cierto es que nos escuece que las cifras que se barajan no están
acorde al nivel del jugador. Y más que un precio fuera de mercado, es una ganga
de mercado. Pero el hecho de que dentro de doce meses queda libre, abarata
mucho la venta. A no ser que el club tire de orgullo y solo lo traspase por su
verdadero valor que es el doble de lo que se va a pagar, a sabiendas que
si no lo pagan quedara libre dentro de doce meses.
Muchos pensaran que es lo que debiría de hacer el club (lo
hicieron antes equipos como el Villarreal y el Athletic). Otros opinaran que sería
una irresponsabilidad que por una temporada de un jugador se dejara de percibir
cerca de 20 millones. Aquí sería difícil la unanimidad. Pero donde la afición
es unánime es que a Rakitic le ha sobrado muchos mensajes que los dirigía justo
al corazón de los sevillistas.
Y a los sevillistas se les quiere o no, pero no se les
engaña. Todos y cada uno de sus mensajes de amor eterno eran innecesario y de una torpeza descomunal que le va a
costar el cariño de los sevillistas que se había ganado en el campo.
Porque no abundan los hombres de palabra en el mundo del
futbol profesional cuando el dinero está de por medio y si Rakitic no es uno de ellos simplemente debió de estar
calladito y salir del club que se lo ha dado todo como un señor y no como un
traidor.