Queramos o no, a parte de lo que el
equipo pueda ofrecer para conseguir un resultado, las decisiones del árbitro si
perjudican gravemente a un equipo, inclinan
la balanza hacia un lado. Y más si el
partido es igualado.
Ayer no podíamos con el Atlético, ni el Atlético con
nosotros, pero apareció el arbitro y le dio la victoria a los madrileños.
El árbitro utilizó sobre todo tres acciones vitales del
partido. La segunda tarjeta clarísima a Costa que acarreaba expulsión por
simular agresión, el codazo de Falcao
que era merecedora de roja y el gol ilegal del Atlético.
Y menciono la palabra robo porque las tres decisiones del
arbitro debido a su buena colocación las tomó con conocimiento de causa.
Así que otra semana más toca indignarse con una temporada
que a parte de nuestros errores, mil veces remarcados, está siendo machacada
por los árbitros. Sinceramente creo que si no llegamos a tener a jugadores del
nivel de Navas, Rakitic o Negredo estos manipuladores
elegidos no sé como, nos mandan a segunda.
En cuanto al partido el Sevilla utilizó un cambio de sistema
que pareció darle mas consistencia detrás, aunque como en cada partido la
jugada que desequilibró el resultado siempre se genera por nuestra derecha. Esta
vez fue Cala quien se desubicó. No hay forma de arreglar la sangría de la banda
derecha. Por cierto a parte de ese error el lebrijano jugó un buen partido.
La derrota nos deja en una situación al límite que solo nos
permites ganar los dos próximos partidos, Valladolid a domicilio y Español en
casa, y mirar entonces la clasificación a ver si todavía se puede arreglar esta
maldita temporada.