23.9.08

CONSECUENCIAS DE LA FALTA DE CAPACIDAD

Como se preveía la alineación de Jiménez en el derbi ha provocado un aluvión de críticas al entrenador, yo el primero, y es que él solito se lo ha buscado, por muy malo que sea un entrenador, (que lo es), nunca entenderé lo que se le pasó por la cabeza a Jiménez para apostar por ese equipo. Parece que entre las charlas con Arsene Wenger y Ferguson en Suiza y tantos cánticos de “Jiménez que cojones tiene”, le han envalentonado y ahora tiene más peligro que una piraña en una bañera.
Ahora llega la hora de aguantar el chaparrón.
Y más teniendo en cuenta que buena parte del sevillismo, la inmensa mayoría diría yo, nunca ha estado de acuerdo con que sea el máximo responsable de nuestra plantilla.
Y si es la prensa ya…
Pero eso no es lo peor, no solo se ha cargado el derbi, el partido contra el Español en la cuarta jornada de liga y con una buena clasificación, le ha colocado al equipo una presión inesperada y muy perjudicial, si como nos imaginamos, los sevillistas, que por cierto tienen una facilidad pasmosa para pitar, convierte nuestro estadio en un clamor de protestas.
Porque todos sabemos que regalar la posibilidad de ganar un derbi, la mayoría de los sevillista no lo perdonan, sobre todo si es Jiménez el que lo hace, podrán perdonar el ridículo con el Denia, o que te eliminen en Champions después de ir ganando dos cero, o que el Almería te meta cuatro en casa, pero lo del miércoles no. y menos el calvo.
Qué forma más estúpida de provocar una crisis sin necesidad alguna. Y menos mal que no hemos perdido.
El se lo lo ha buscado.
Pero aparte de Jiménez, está el Sevilla, que es lo que más me importa.
El Sevilla mañana disputa tres puntos que nos puede poner muy arriba en la clasificación, y eso puede provocar una subida de moral del equipo y sobre todo en confianza que buena falta nos hace. Solo os diré que yo no silbare a Jiménez, ni mucho menos al equipo, no porque no se lo merezca, que se lo merece, al menos Jiménez, no le silbaré sencillamente porque eso perjudica y mucho a mi equipo. Con los silbidos, los gritos y los insultos, tengo muy claro que solo se consigue crear nerviosismo y desconfianza en los jugadores que están disputando los puntos y de paso dar una gran ventaja al rival y no seré yo quien lo haga.